lunes, 25 de enero de 2010

Resaca

Luego del desvelo y desenfreno de la madrugada, por la tarde después de dormir la borrachera, cuando mi lengua es seca y mi cuerpo pide agua desesperadamente, me miro en el espejo y estoy desencajado, mortecino aspecto desaliñado. Luego de todo eso, viene el recuento de los daños. Mucho baile, varias cervezas, ahora intento recordar los nombres, los rostros los tengo presentes, algunos besos, una que otra caricia, quizá algo más que eso, pero ningún dejo de arrepentimiento.

La resaca pasa lenta, el cuerpo se reciente consigo mismo, se sabe vapuleado, pero satisfecho, la dermis reacciono sorprendida al contacto, la mente permanece tranquila, sin dejarse llevar por zalameras lenguas y falsas promesas de llamadas que nunca llegarán. La noche pernotada termino cuando sorprendido por los primeros rayos del sol abandone aquel lugar del bajo mundo, de esos de los que todos reniegan pero donde siempre terminan, por gusto o casualidad inducida, todos los que celebramos los baquimos sin olvidar el respectivo culto a Príapo en la osadía.

sábado, 23 de enero de 2010

Rumba


Sábado desentendido de marañas mentales y preocupaciones desmedidas. La noche se aproxima lentamente como cualquiera otra, pero aunque el colchón sea el mismo, los sueños son diferentes; pero hoy mis sábanas me extrañarán, pasare la noche fuera, en medio de marabunta desenfrenada por estridente música sicalíptica, hedonismo etílico desbordado y el éxtasis insaciable de los cuerpos desorbitados.

Puede que halla caricias, que pruebe más de un sabor de labios desconocidos que ni siquiera lleguen a pronunciar mi nombre, o incluso que mi piel reaccione una y otra vez al rose de otro cuerpo que inconsciente me haga sentir fuera de mi mismo, que mi ojos se hundan con desasosiego en un impúdico dorso exhibicionista que como muchos, andará desarmado de vergüenza inútil. Puede que gire mientras bailo, como las volutas de mi cigarro y como ellas también hacienda al frenesí del sin sentido.

Sí puede que todo eso pase, ya lo creo, porque hoy saldré de rumba por la noche.

miércoles, 20 de enero de 2010

¿23? Felicitaciones de mí para mí.

Escribir qué significa cumplir 23 años, seria plantearme una serie de cuestionamientos – muchos innecesarios – cuyas respuestas serian por demás aburridas y enredadas, lo cual sin duda seria una total perdida de tiempo y un completo absurdo del que luego me arrepentiría, sobretodo cuando ya ha sido bastante de ese estilo fastidioso y fatídico que lo único que logra es hacerme ver aun más patético de lo que realmente soy. Sin embargo tampoco podría dejar de lado el hecho de haber cumplido un año más de vida, sobretodo ahora que este hecho empieza a tener un significado totalmente diferente, dejando de ser sólo un pretexto de celebración más para convertirse en todo un privilegio, una hazaña incluso. Por ello intentare dejar de lado un poco los razonamientos intelectualizados y me concentrare más en el disfrute, que es al final el fin de estas líneas, constatar que este día es importante por el hecho de que un día como hoy hace justo 23 años, resulta que por primera vez vi el mundo.

Este mundo que ahora veo con ojos distintos, sin tanta inocencia, con más dificultad para la sorpresa, pero satisfecho por algunas de las cosas que a lo largo de esta experiencia en la que más que espectador me he empeñado siempre en actuar, no de forma premeditada, pero siempre con la convicción de que incluso a pesar de lo equívocos y los tiempos aciagos, siempre he tenido la oportunidad de decidir lo que quiero. Claro que lo que soy ahora, forma parte de una sumatoria de hechos y la entrada y salida de muchas personas en mi camino. Sea como sea, el resultado sigue siendo el mismo, yo aquí de nuevo frente a la pantalla, intentando explicar que soy a los 23 años.

Sigo fumando, mientras escribo líneas ociosas parcas de talento, escuchando música cada vez más extraña mientras miro por la ventana y me doy cuenta que ya es de noche otra vez. Mi barba se ha vuelto más tupida, cada día me descubro con menos cabello, tomo más café cada día, y ahora hasta puedo leer más de doscientas páginas por día. Sigo sin trabajar, soltero y sin algún pretendiente en puerta. Continuo frecuentando a la misma gente desde hace ocho años, lloro con las mismas películas de siempre y aun viajo en el último vagón del metro: descubriendo miradas lascivas, de ves en cuando huyendo a manos extrañas; aun me gustan las caricaturas y usando varios collares y pulseras al mismo tiempo. Mi talla sigue siendo 28, sigo conservando cosas inútiles y mi closet cada día esta más destartalado.

En realidad ¿algo ha cambiado? No puedo decir que no, porque seria una mentira, pero es que a pesar de todo sigo siendo el mismo, puede que ya no me deje engañar fácilmente por las impresiones bien intencionadas de personajes que llegan con la promesa de un amor desmedido, ni me enamore con la misma facilidad de antes, quizá ahora más que nunca tenga clara la diferencia y la importancia del sexo ocasional y hacer el amor;ahora valoro más las amistades y la importancia de mi familia que a pesar de las peleas del domingo por la tarde siempre después de los gritos me devuelve una sonrisa desenfadada que pone punto final a todas las rencillas.

Creo que también puedo decir que ahora ya no busco desesperadamente la compañía de un alguien, ahora incluso disfruto de ese hueco en mi colchón que es la imagen más representativa de mi disfrutada soledad, aunque el no buscarlo no quiere decir que no lo espere, porque el deseo sigue aun ahí instalado, pero paciente, aguardando el momento del encuentro. También me he descubierto sin el temor a los te quiero, más cariñoso y sentimental. He vencido mi fobia a los perros y no podría concebir la vida sin mi amada Daisy, french poll escandalosa, pero inmensamente cariñosa.

Se que muchas cosas han cambiado, pero a pesar de ello, me siento igual sin serlo, irónica paradoja, cierto, pero el descubrirme hoy por la mañana de 23 años, no es cambio nada, el cambio lo hice yo en el día día, y así seguirá siendo sin importar sin son 23, 24, 25, 30, 40, 50, no importa, tendré más arrugas y malestares físicos solamente, pero no acaso todo lo que sirve termina un día por descomponerse, algunos antes, otros después, no importa, el resultado al final es el mismo, un saco de carne arrugada, que por el momento no me preocupa.

Así que hoy 23, en el mañana muchos más…




Felicitaciones de mí, por mí, para mí.

Amén.

viernes, 15 de enero de 2010

Colguijes


Tengo cinco nuevos collares, tres pulseras y un anillo de siete cascabeles que intentan remplazar las siete monedas que imploraban en su tintineo con San Antonio de cabeza, la llegada de un amor que nunca apareció o del que nunca quise darme cuenta; pero los cascabeles tintinean más y mejor, de suerte que después de tanto tiempo en silencio, ahora me siento realmente yo, sonando en todo momento. ¿Será esto el inicio del nuevo ciclo?, quizá las campanas tuvieran algo que ver, será quizá que los nuevos grilletes reconfortaron un poco mi espíritu, o tal vez, que la ilusión de apagar vientres velas en un pastel del que todos comerán un rebanada menos yo –hace tiempo que odio las cosas dulces- sea un aliciente que me hace ver las cosas más desenfadadamente.

Mi vida llena de paradojas, “que para amarrar… hay que soltar”, dice mecano en el altavoz, y no me queda la menor duda. Amarrarme a mi mismo, a este presente, soltado al pasado, por eso la ilusión por los collares, las pulseras y este anillo que ha venido a llenarme de una infinita dicha…. y me rio de mi mismo, que sencillo y absurdo, siete cascabeles sonando, una por cada día de la semana y adiós al espanto.

Porque si el autoanálisis no funciona, un pequeña charla con el terapeuta desconocido que al inicio desdeñe, vino a plantear una nueva posibilidad, pero es qué ¿no es acaso lo mismo que yo hago con aquello que vienen a mi?, por supuesto, susurra la vocecita de mi conciencia, y vuelvo a reír. Señales vienen y van, el cambio se aproxima, no sólo los colguijes, también las páginas, antiguas historias que pase por alto y que ahora cobran sentido, historias de páginas amarillentas, blanquecinas, destartalados libros que caen por casualidad en mis manos, a los que me sumerjo desmedidamente, traen respuestas, plantean preguntas, me animan a seguir descubriendo… ya no tengo miedo, estoy ilusionado, dejo de ser rescoldos y me convierto en llamarada….

Porque tengo cinco nuevos collares, tres pulseras y un anillo de siete cascabeles que intentan remplazar las siete monedas que imploraban en su tintineo con San Antonio de cabeza, la llegada de un amor que nunca apareció o del que nunca quise darme cuenta; pero los cascabeles tintinean más y mejor, de suerte que después de tanto tiempo en silencio, ahora me siento realmente yo, sonando en todo momento.



Ignatius complacido