lunes, 1 de noviembre de 2010

Santos inocentes


Alguna vez escuche que llegado el momento la vida se reconoce a través de la muerte, la muerte de aquellos que en algún punto por decisión propia, ajena o por circunstancias que nunca quedan claras a pesar de la evidencia, se nos adelantan en el camino, este viaje al que constantemente tratamos de hallarle un significado más halla del simple trascurrir de los días.

Quizá mi vida no ha sido demasiado larga, puede que incluso con todo lo que me ha tocado vivir no tenga la suficiente sabiduría como para poder comprender el porqué de muchas cosas a pesar de lo mucho que me esforzado, sin embargo, mucho o poco me ha tocado hacerle frente a tiempos aciagos, propios y ajenos, pero hoy, aunque ya sea una costumbre arraigada y una tortura que intenta pasar por literatura, desde hace tiempo, vuelvo a hablar de ti, aunque en diferentes momentos halla dicho que no lo haría más, pero es inevitable, la asociación de la muerte y tu recuerdo se han fusionado de tal forma, que no logro entender la una sin en el otro, porque ahora en eso te has convertido; un significante de muerte igual que antes lo fuiste del amor.

Cierto es que no tengo muchos a quien evocar, es más me parece que tú eres el único cuya ausencia cargo sobre los hombros, porque tu muerte transita incluso por mis venas, pues que razón más plausible que esta para escribir sobre ti nuevamente, para hacerlo siempre de la misma forma, con el mismo estilo pesado e incluso construyendo frases que se me antojan forzadas como lo fue mucho de lo que hubo entre ambos, porque decir nosotros se me hace ahora demasiado, ya que dejamos de ser contemporáneos.

Noche de Santos Inocentes, que da paso a la de Todos los Santos, pero ni tu fuiste santo y yo no puedo decir que sea inocente, pero fuiste, soy y un día dejare de serlo, aunque aun ahora me pregunto si para entonces alguien llegará a pensarme de un modo similar al que yo lo hago de ti. La tradición dice que hoy les es permitido regresar por un momento, si la leyenda es cierta – una parte de mi quiere creerlo – entenderás que la ofrenda no es necesaria, la luz que te ilumine en el camino será la que surge desde mi corazón, la luz de los recuerdos, los deseos y anhelos que siempre despertarán tu nombre, porque podría pasar la noche en vela esperando una pequeña señal de tu presencia, pero he de confiar en el poder de los sueños, porque algo me dice que sí realmente vendrás no podrá ser de otra forma que no sea el sueño, que expresa el deseo, y como deseamos lo que no tenemos, sabes entonces que aun después de todo, deseo verte y escucharte una vez más, escuchar esa explicación que nunca llego…

Los vivos pecamos de la arrogancia de serlo, nos hace sentir con el derecho a la exigencia, más cuando se trata de exigir y reclamar a los que ya no son como nosotros, el reclamo es un absurdo, la única exigencia que tengo para ti es un instante de tu grisácea presencia, porque si llegas a la cita pactada frente a Hipnos, sabré que todo lo que he dicho en lo publico y en la intimidad de la alcoba con la luces apagadas, esas palabras que son sólo para ti, no han sido en vano, así que hoy en Santos Inocentes, estaré esperándote en este mismo lugar donde por última vez te vi para hacerte mío, para ser tuyo, con la misma seguridad que ese día tuviste de mi.

Así lo declaro acompañado del sonido de las teclas y la notas de ese piano que llegan acompañadas de esa entrañable voz que me hace recordar en el coro que eres lo que más he querido en la vida… lo que más he querido.



domingo, 3 de octubre de 2010

Metamorfosis

En discusiones del diván y sus vicisitudes, alguien me corrigió cuando descuidadamente apunte sobre los cambios en la personalidad que se buscaban a través del análisis, la persona en cuestión me hizo la observación de que la personalidad es algo inamovible, no se puede cambiar, lo que el análisis buscaba en todo caso, es que el individuo tenga una posición diferente ante la vida y sus circunstancias; he de confesar que la corrección más que resultarme chocante, la tome con gracia, pues el significado de aquel significante resonó de alguna forma en este traidor inconsciente mío al punto de llevarme a una elaboración cuyos significantes venían mordisqueando desde ha tiempo mi conciencia…. ¡Tengo una nueva posición!: el trabajo, la casa, los amigos, yo mismo, el pasado, él, mi condición, todo cuanto a mi se refiere, tiene una nueva perspectiva, esa posición en donde los objetos cada vez están más restaurados, una posición en la que cada cosa ocupa ahora su lugar. Pero no me di cuenta hasta hoy, en que después de tantos años, me decidí a sacar todas las telarañas y el polvo –aunque lo siga mordiendo- de esta habitación que dejo de ser cueva, que es más habitable y es la ascensión a la conciencia de ese oscuro, nocturno mar de mi inconsciencia, pero todo acto logrado, esconde un acto fallido, que en este caso, resulto ser la absurda re-negación de desprenderme de algunas cosas viejas, basura envestida del significado del recuerdo, pues no todo significante corresponde con el significado.

Lo cierto es que la incertidumbre de la espera puede desesperarme, aunque la hora se acerca, aun tengo dudas, pero dudar no cambia nada, es sólo el temor de lo que pueda venir, es el absurdo del masoquismo del que he de prescindir porque su funcionalidad ha caducado para mi. Cambios, cambios y más cambios… sea cómo sea, he de seguir adelante, no quisiera decir que sin volver la vista al pasado, pues éste explica mi presente y justificará mi futuro; por ello no puedo desprenderme de aquello que aunque podría resumirse en un nombre, últimamente he empezado a recordar a través de la evidencia que hubo incluso un antes de ese nombre, y que a pesar que he desdeñado aquellos ayeres, se hacen presentes, para entender un poco más, porque ahora estoy casi a rapa, despojado incluso de mi barba, no de mi endeble masculinidad, pero si de esos crespos tallos negros que adornan mi cara y me hacen ver, sentir, un poco más como me imagino en el ideal, un ideal de belleza, encanto y personalidad, que se satisface con el amargo del café y el humo del tabaco ahora mentolado, porque ya he vuelto a fumar solo mentol.

La personalidad no podrá cambiar, lo acepto con todas las implicaciones que esta afirmación encierra, pero lo cierto es que mi posición si bien no se ha consumado, no es la misma, los significados empiezan a modificarse, aunque para ello haya tenido que desprenderme, de cosas amadas y también de las inútiles, porque en cada rastro dejamos un poco de nosotros mismos, de lo aceptable y lo pusilánime de nuestra esencia-existencia y del proceso, como estas líneas que se escapan caprichosas, sin siquiera darme cuenta, de la cuenta que dan de mi mismo y lo que soy hasta….hoy.

Morfosis Ignatis

lunes, 12 de julio de 2010

Sentencia


Luego de las palabras zalameras, de los actos fallidos y esa fingida ternura; después de los besos tirados y esas caricias que pretenden llenarte de una falsa ternura, sólo que da un silencio prolongado, una respuesta en pausa que la voz en off de la conciencia empieza a acariciar pero que no se atreve a pronunciar por el temor a los estragos. La historia puede repetirse incontables veces, pero las consecuencias siempre resultan ser diferentes, de qué dependerá.

Podría ser que en ocasiones intento sentirme un poquito más interesado, que en ciertos momentos la necesidad de sentirme en complicidad con unos ojos y unos brazos se vuelve más intensa, o será el efecto de ciertos mecanismo de defensa que me obligan a sentirme un poco culpable, como si nunca hiciera lo suficiente, sobretodo cuando me siento más interesado. Ya debería de saber que no se pueden revivir las historias, más aun cuando los actores son diferentes, pues no siempre los rescoldos vuelven a ser llamarada y hace mucho que esa incendio se consumió a sí mismo.

Pero este era otro fuego, un fuego que me impresiono más vivo y peligroso, llamas intensas que se desbordaban por aquí por allá sin medida alguna, pero era sólo eso, una ilusoria impresión que termino por dictar la sentencia del invierno, una fuego que apenas llamarada quedo ahogado por la premura con la que empezaba a surgir, por que ni siquiera fue llamarada, fue sólo un chispazo en una noche de verano que nunca podrá terminar por ser, como todos esos intentos de los últimos días, de los últimos meses o años, porque ya no se distinguir la diferencia del tiempo en la usencia, en esta soledad que a cada intento por encontrar sosiego, se encuentra con la sentencia inamovible de ser sólo soledad, soledad de la carne, soledad del tiempo, soledad de los afectos, soledad solitaria de los besos que están aquí haciendo cosquillas entre los labios por querer salir y ser aunque sepan que siendo morirán en el mismo instante, soledad de estas manos temblorosas por acariciar, soledad de esta piel que se estremece y duele por sentir otra piel, que no llega, que se demora una piel que se resiste a saciar el deseo, y estas ansias de querer, de querer querer más…. y quizá ir un poco más allá.


Ignatius solo.

lunes, 5 de julio de 2010

él, silencio... mi deseo

Porqué he de rendirme sin tregua a la seductora idea del cautiverio. La noches siempre me han traído sorpresas, no todas agradables, pero siempre el descubrirme en la oscuridad de una nueva forma me ha resultado interesante. Paralelismos, espirales, ilusiones… nada tan sencillo como eso, patrañas, es sólo mi incapacidad para cambiar de posición, para ir más allá, en el camino de mis propias interpretaciones, de esta historia que voy cargando y cuando creo descubrir algo nuevo, me doy cuenta de que en realidad sigue siendo parte de lo mismo, no importa que el rostro sea diferente, la cosquilla que me orilla al beso, a la caricia, a esas frases a media voz –mi media voz inconfundible, interminable- viene del mismo lugar, que no es otro sino mi triste deseo frustrado de la austeridad….

La noche es misteriosa, pero más misteriosos son aun sus designios, esas absurdas coincidencias, hacer que me acompañes en el pensamiento, que me vayas guiando, que des un visto bueno, pero de pronto te quedaste mudo al fin, y yo fingí estar distraído, dejarme llevar a pesar de la cautela y el remordimiento de no sentirte cerca, pero no lo comprendí en el momento, me he vuelto quizá demasiado lento,pues no fue hasta pasada la media noche, cuando regrese sin proponérmelo a ese lugar que sólo era un recuerdo, pero que entonces fue ensoñación; lo encontré medio derrumbado, no era ni el polvo de lo que un día conocí y el espanto se apodero de mi, quise llamarte, pero el mutismo se había instalado en nuestra conciencia compartida, que ahora esta siendo invadida, extrañamente, por el otro quien me acompañaba y fue entonces que lo mire a los ojos, fue ahí donde lo comprendí todo, incluso tu silencio obligado, porque todo cuanto pudieras decir, venia ahora de esos labios, que contaron historias que me estremecieron, que me asustaron, cuando yo creía que ya nada podría afectarme…. supe entonces que era demasiado tarde también, que la historia de una extraño modo empezaba, no de la misma forma, no, pero lo sentí, lo viví y lo declare así, igual que en aquella ocasión, en el mismo lugar, pero yo siendo otro y tú ni siquiera siendo, porque ahora solo eres un reflejo…. Y él, es piel que se estremece junto a mi, conmigo; es mirada salvaje y voz potente que te calla y te mantiene al margen, es ternura casi timidez que me abstrae, es tragedia y gozo, es placer y miedo, él es esta cosquilla que ahora contemplo y quiero sufrir, es objeto y deseo y objeto del deseo, de mi deseo, que no tiene que ver contigo, pero que no podría entenderse sin ti, y aun más…. sin él.

Ignatius deseoso

martes, 22 de junio de 2010

XXIII

El constante cuestionamiento
la insondable pregunta,
y una respuesta pausada
que vibra aquí
lenta, mordaz, zalamera.
Un querer decir algo,
que se sella en la garganta:
que asfixia y quema;
un algo que se niega a ser
pero sin saberlo.
Qué será eso que no me deja,
esto que dentro se me encaja
que regurgito, que hipo
esto que se escapa inadvertidamente
pero que no termina nunca
por salir…
que me tiene aquí, hosco,
huraño de mi mismo,
quejumbroso de tanto dolerme,
qué será este silencio,
esta respiración agitadamente
acompasada que me turba,
qué será este espasmo
esta cólera insaciable,
perra entre sus dientes
mis huesos.
Qué podrá ser sino
la interminable
ausencia de tu presencia.

domingo, 13 de junio de 2010

Anima y Animus



“El día de ayer se ha ido y el que tú fuiste ayer.
No trates de levantar del polvo ese amor, porque sólo levantarás girones y sombras.
Enséñale a tu corazón a caminar de nuevo, como a un niño de meses”.
Jaime Sabines
Enséñame pues a caminar, que andar a rastras igual que bestia, entre las sombras del ayer, sólo trae hartazgo y displicencia, hoy, hoy los amorosos callan y piensan; piensan en lo que callan, callan lo que piensan. Yo sólo me cuestiono: los acertijos del humo y las matemáticas del dos y tres… en la lucha de Anima y Animus quién ganará, más aun, ¿debería importarme eso? Tal vez si, quizá no, aunque pensándolo bien, lo único verdaderamente importante es lo que pueda sentir, lo que estoy haciendo, sin quedarme con las ganas, sin dar paso al arrepentimiento ni asomo a la culpa, simplemente apostar para ver qué pasará.

Mientras resulta, me aprovecho de la sonrisa desenfada que se escapa entre frases aventuradas que dicen más de lo que aparentan, frases anzuelos en que caigo inadvertidamente, que me frustran y divierten, anzuelos que me resultan como exámenes para los que no hay respuesta correcta, pero acaso ¿existe algo como eso?, en ocasiones pienso que no, otras lo dudo e intento llegar a la verdad, pero a medio camino me detengo para reírme por lo bajo, de mí mismo, por el pequeño acto de ingenuidad que se me escapa en la intención; me aprovecho también los besos nerviosos en los que me siento como vulnerable, como controlado; disfruto de las caricias, los toqueteos que para mi sorpresa, me sonrojan –es cómico, después de todo, un asomo de pena – igual que esos susurro entre eróticos y cínicos que sacian la voracidad de mi oreja curiosa por descubrirle; aprovecho también para colmar la vista, pues me gusta lo que observo, esos interminables lunares en el cuello, en el pecho aquí y allá como huellas, como los rastros de Hansel y Gretel, que me llevan a mirar más abajo cada vez, rastros como invitación al placer, pero no sólo me aprovecho mansamente, sería absurdo, paso entonces del disfrute de la contemplación al disfrute de la acción, y mis labios recorren el cuello, mis manos acarician el dorso debajo de tu ropa y el negro de tu cabello, y mi nariz desesperada se satisface de tu perfume y hurgo una y otra vez hasta cansarme, pero sin estar satisfecho aun, porque la incógnita aumenta el interés, el placer, la agonía de quererte retener sabiendo cerca la separación necesaria, pues la abstinencia tan sólo aumenta el deseo.

De las confesiones prematuras, no tengo mucho que decir: otro azuelo quizá o un movimiento de autentica sinceridad o tal vez nada más que una advertencia. La exclusividad de mis relaciones se ha caducado, la fidelidad rendida como espejismo distorsionado de lo real, de la fantasía, de la creencia y la suspicacia, tal vez sea un buen momento para soltar amarras, abolir atavíos innecesarios e ir más allá en el horizonte y descubrirme pleno, en contacto que es lo que importa, aunque la duda, la competencia por el afecto, el saber quién es el primero, quién el segundo, me hostiga, me envenena. Pero intento hacerme de la vista gorda, pasar de largo entre los laberintos de Asterion para llegar entero a la salida, donde quizá pueda encontrar algo así como la plenitud, algo así como el disfrute, sin saber de pasados, de futuros, de presentes fatídicos y enmarañados, para centrarme sólo en esa imagen que me incita a ir a más.

Pero es muy temprano para aseverar realidades que pueden ser sólo ensoñaciones, hay que aprender a caminar de nuevo, sin sombras, sin miedos. Animus y Animus y un Anima en un lugar fuera del nosotros pero cerca de ti. Yo Animus tú por igual y Anima no me importa en realidad Animus y Animus y un Anima en un lugar fuera del nosotros pero cerca de ti. Yo Animus tú por igual y Anima no me importa en realidad

sábado, 12 de junio de 2010

Cuestionamientos


Vuelo a las preguntas, pareciera que nunca se acaban, por el contrario, cada día aumentan y se vuelve más difícil poder resolverlas ¿Es necesario tener a alguien? me escribe un amigo de pronto, quería contestarle pero mis dedos simplemente se quedaron temblando frente al teclado; me pregunto lo mismo, fue lo primero que pensé, es necesario el contacto, fue lo único que atine a responder.

Las palabras se me volvieron un enjambre rabioso en la cabeza, contestar es pregunta se volvió apremiante, quería encontrar una repuesta, mi respuesta… claro que era necesario, claro que es necesario, en este momento, en el que extrañamente vuelve a despertarse la obsesión… ese fantasma que me invade, que se confunde en los rostros, en los cuerpos, que se torna en pensamientos y sensaciones que me confunden, que despiertan la duda y me hunden en el desasosiego.

Pero trato de controlarlo, incluso he llegado a ignorarlo, en ocasiones sólo me rio y me repito que estoy como drogado, victima del juego de las ilusiones, y me vuelvo a reír de mí mismo, para ya no pensar más en ello; así continuo, regalando besos, aceptando caricias medias vacías de afectos inservibles a la situación, escudriñando entre miradas, intercambiando historias llenas de aburridos lugares comunes, el cliché de una escena y una libreto que no cambia…

¿Cómo te llamas? ¿Cuantos años tienes? ¿A que te dedicas? ¿Qué te gusta? ¿Con quién vives? ¿Qué me cuentas? Todo en una atmosfera de fingida intimidad, de una aparente sinceridad que huele a mentira… El nombre es acertijo, el tiempo un engaño, lo demás son trivialidades. Me llamo Ignatius, tengo 23 años, me dedico a recoger la basura de los demás, me gusta el café y el cigarro, vivo con los míos –con quién más si no – y aunque suene extraño a veces no se que decir.

Mil preguntas, una sólo repuesta, necesito de…

Ese que su espacio lo ocupan estos tres puntos en pausa, en los que debería haber un nombre, o es que ¿acaso lo hay y no tengo el valor para escribirlo?