jueves, 22 de noviembre de 2012

RECORDAR

 

No, el tiempo no es la medida para este amor, porque nunca será suficiente para estar a tu lado, pero es el tiempo a tu lado el más hermoso que he tenido, porque aunque me resulta paradójica la impresión de la medida, se que cada instante construido contigo ha dejado honda huella, indeleble en el recuerdo.

Pero la memoria es una laberinto insondable al  que el tiempo condena con la pena del olvido, y aunque se que nada de lo que acurra en el futuro, puede cegar la luz que has traído a mi vida –resplandeciente luz de la esperanza-  quiero detenerme un momento aquí, detenerme y hacer de esa honda huella en el recuerdo, algo tangible, prueba concreta de tu existencia y de este tiempo que hemos construido.

Y a falta de algo mejor que me ayude en el propósito de lograr dicha transmutación, baste entonces con estas líneas, porque escribir – a pesar de la carencia de talento, estilo, sintaxis y ortografía – es la única manera que tengo para arrancarle al olvido y los tiempos aciagos, si algún día se atreviese a importunar el uno o perturbar los otros, el recuerdo de este tiempo que paradójicamente, a tu lado, me resulta corto en la medida, pero infinito en la dicha de lo vivido.

Recordar el día de nuestro encuentro en que algo se agito en mis adentros, recordar el arrebato que se escapa en las palabras que he dicho, frases que sin mediación de defensas han escapado de mis labios con el único fin de ser sincero y reconocer que el más grande de mis deseos eres tú, pero no deseo imposible, sufrible y fantasioso, sino deseo anclado en la realidad de lo posible, con el esfuerzo de la elaboración, el descubrimiento y la construcción.

Para recordar cada uno de los Te amos, los Te adoro, recordar sin temor al equivoco, que eres el amor de mi vida, recordar entonces las canciones, recordar que: “no tienes remedio, no tienes remedio… porque eres el amor de mis amores”. Recordar que, todo lo que tengo es real, que absolutamente quiero compartir cada uno de mis días a tu lado sin importar si un día surge una pequeña edad de hielo; recordar que preferiría llevarte a Madrid en lugar de Paris, y no olvidar enviarte el mensaje de que llegue con bien a casa.

Recordar también los viajes compartidos, el aroma del bosque a nuestro alrededor y los abrazos, recordar esas calles empedradas, las fachadas coloniales y las largas caminatas en aquella ciudad donde las ranas siguen siendo un enigma, recordar  la preocupación de verte ahí, de pie tras la ventana del autobús que se ponía en marcha.

Recordar también nuestros paseos ociosos por por las calle de Madero y Avenida Juárez, las noches frías en que tu cuerpo era única fuente de calor en medio de esa  otra fuente llena de pináculos sobre un espejo de agua, en que tu reflejo es la imagen más hermosa que jamás halla visto.

Recordar tus manos entre las mías, las noches de desvelo en tu compañía, el viaje a las estrellas a través de tu cuerpo, ah tu cuerpo, prueba corpórea de la belleza de la que nunca me encuentro satisfecho, porque es la tentación misma del deseo. Recordar las vicisitudes de tu sueño, recordar que basta con tenerte entre mis brazos para viajar la isla del mis sueños, donde vos también habitas.

No olvidar aquel día en que de la propuesta más importante que haré en la vida, surgió de forma espontanea al punto del absurdo, pero no por ello, menos sincera. Recordar cada una de las veces que hemos repetido esas palabras, la seguridad de saber que mi vida es contigo, saberlo hasta las lagrimas, no por calamidad, porque también se llora por ternura y porqué no, por felicidad.

No olvidar los planes de una vida para el futuro, los domingos de películas y series, recordar que mi amor por ti es más grande que el universo, frase que vino a mi después de doscientos capítulos de las colegialas que reguardan los planetas, y que revelaron la verdad de mi sentir por ti.

Acordarme del abrazo luego del hurto, de tus palabras luego de la mudanza, acordarme de los besos y de ese rincón bajo en que nos despedimos ante miradas ajenas, extrañadas por este amor, que en la promesa del rencuentro se vuelve un hasta luego casi desesperado, por el ansia de volver a sentir tus brazos.

Recordar la timidez de que siento al inicio de las presentaciones, la risa desenfadada y esas frases curiosas que no repetiré aquí por que únicamente nos pertenecen a nosotros.

Acordarme de bañar al perro una vez al mes y cepillarlo una vez a la semana, darte los buenos días casi siempre a las diez de la mañana, de preocuparme por ti cada que Uranus se encapricha en hacer temblar la tierra y nunca irme a dormir sin preguntar ¿qué tal tu día? y darte las buenas noches.

Quiero olvidar el olvido, tener presente cada momento a tu lado, decirte un te amo todos los días y saber que quiero sí, quiero casarme contigo.

No, ya se que el tiempo no es la medida para este amor, porque nunca será suficiente para estar a tu lado, pero es el tiempo a tu lado el más hermoso que he tenido, y que tendré, porque aunque me resulta paradójica la impresión de la medida, se que cada instante construido contigo ha dejado honda huella, indeleble en el recuerdo.

Eres tú, el amor de mi vida, el amor de mis amores, la luz de la esperanza y los más hermoso de mi vida.

 

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TE AMO.

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