miércoles, 9 de diciembre de 2009

Casí Final

La nostalgia ya empieza a invadir los corazones, la gente camina más aprisa para comprar lo necesario y a pesar de todos los infortunios una amplia sonrisa se dibuja en la mayoría de los rostros que me acompañan en las seis horas que gasto día con día para trasladarme del desasosiego de mi habitación al hospital donde durante cuatro horas me olvido un poco de mi, para preocuparme quizá un poco por esos pequeños ingenuos que se valen de la alquimia toxica para poder también olvidar. El ciclo esta por terminar y marcar de nueva cuenta su inicio, quizá una nueva oportunidad y ahora muy lejano se encuentra aquel ayer que ahora parece desvanecerse lentamente hasta llegar de nuevo a ese mismo punto que temo, el olvido, como ambivalencia inescrutable de la que no se rendir cuentas, pues aunque quiero olvidar el presente y todo lo que esta pasando, en ese intento se me van también los buenos recuerdos; parece que la calamidad puede más que la dicha y aunque en algún momento he llegado a ser pleno, de eso sólo ha quedado una vaga impresión, como la que queda al terminar de despertar sin saber lo que se ha soñado, pero con la seguridad de que ha sido un sueño verdaderamente placido, esperanzador, pero ahora sólo tengo dudas y temores que a pesar de todos mis esfuerzos por despejarlos a fuerza de explicaciones racionales – como siempre lo hago – ahora el artificio resulta imposible. Por eso desentono con el bullicio durante mi trayecto, ando como perdido, desencajado siempre, vagando en fatídicos pensamientos que no puedo detener y llega uno tras otro sin darme un momento de tregua, ni siquiera ahora frente a la pantalla con los dedos temblorosos de lo que se me pueda escapar por la indiscreción que pueda ser capaz.

Hacer recuento de daños y perdidas, sería inútil e improductivo, porque todo lo tengo más presente, más que nunca, todo lo que este ciclo macabro en el que desde el inicio lo cambios se veían venir, resultaron ser más radicales de lo que al inicio pude imaginar, pero lamentarme tampoco pondrá punto final a todo lo que halla que resolver, incluso ni la muerte podría venir ahora con aires reivindicadores, sería más bien la constatación de lo patético de este circo de idas y venidas, del estar y largarme en el que he estado viviendo durante los últimos doce meses a los que aun les falta poner el punto final, espero ya sin nuevas sorpresas que vengan a enunciar más acertijos de los que pueda resolver. Pero tampoco soy tan ingenuo como para negar esa desagradable posibilidad que latente puede llegar sin avisar, como todo lo ocurrido hasta el momento.

Pero he de confesar que a pesar de lo cansado que pueda estar, quisiera poder darme la oportunidad de disfrutar del convite de las ceremonias fingidas para despedir los despojos y resignarse a sus consecuencias, pues aunque los días mueran uno tras otro, siempre vuelven renovados, y si Fortuna giro hacia los abismos, puede que en el resurgimiento de su marcha imparable ahora pueda ir hacia arriba, de tal forma que las cosas puedan acomodarse e ir a mejor, no sin dejar el aire fantasmal que siempre tendrán a partir de ahora, por la re-significación aunque purifica, siempre deja el significado original flotando en la relación con los demás…

Así pues, mientras la alquimia se cuece, intentare el camuflaje con esos rostros sonrientes, apresurare algunas compras innecesarias, algunos grilletes más a la colección que ya perdido totalmente como estoy, collares y pulseras pueden ser faros que guíen la marcha hacia ese nuevo horizonte desconocido en el que tendré que nadar, con la soltura del pez ave, y la astucia de la serpiente zorro, que ahora, estará a prueba todo lo que soy.




Ignatius escribe basura