domingo, 1 de marzo de 2009

Hartazgo


Los días son los mismos, nada nuevo, nada sorprendente, pasan cada uno, cual gotas cayendo del grifo, uno, otro, otro, así hasta convertirse en trescientos sesenta y cinco para completar el ciclo y oxidar un poco más el alma.

Qué puedo pensar, tres meses ya han pasado, rápido lento, quién sabe, no lo se definir, pero todo sigue igual, no, igual no, ahora no tengo mucho por hacer y mis intentos por mantenerme ocupado han sido un completo fracaso.

Algunas veces he logrado sentirte vivo, un poco en contacto con el mundo, con la otredad, pero la mayoría del tiempo la he pasado aquí, en estas cuatro paredes, a la expectativa de noticias que puedan al menos, hacerme sentir un poco más vivo, más real, más humano, pero nada, todo sigue… no pasa nada.

Especialmente hoy, desde el amanecer parece que he sido invisible, con este humor desgraciado que me irrita por cualquier cosa, no he encontrado nada productivo que me anime a sonreír sinceramente, todo es sarcasmo pueril, comentarios viperinos y un enojo contenido quién sabe a cuentas de qué.

Y yo que creí que todo iría mejor, que las cosas serían más interesantes y afortunadas, que la gran perra de la vida me llevaría hacia arriba, que esa huevona rueda se volvería hacia mi con buenas intenciones, pero la desgraciada se empeña en tenerme abajo, sin señas siquiera de empezar el ascenso.

Necesito vacaciones, vacaciones de mi mismo, un desprendimiento profundo que me obligue a cuestionar de nuevo mi existencia, la utilidad de mi vida y el propósito escondido por el que debo luchar, que absurdo es todo esto, la vida me resulta tan aburrida, tan común, los mismo lugares, rostros conocidos que no cambian en nada, los mismo pensamientos deformados y la misma inquietud de siempre.

El café no me sabe igual, el humo ha dejado de serme útil, la conversa se vuelve monótona y repetitiva, el contacto de tanta profundidad ha caducado por seguir aferrándose a arquetipos que se han sobre analizado.

Quizá deba esperar un poco, a que el teléfono suene, a que en la bandeja de entrada halle un nuevo mensaje con esas palabras que aunque no este seguro, me encantaría leer, escuchar o al menos fingir que existen, para llenar un poco el vacio, para tener algo más o menos real o actuado porque preocuparme y ocuparme.

Ya no se ni lo que digo, ya no se ni lo que quiero, es esto el hartazgo, la misma visión todos los días, la misma indefinición, las mismas vicisitudes y el mismo tiempo, congelado, absurdo, repetido, mil veces conocido, mil veces vivido, en la ausencia de evolución, sólo queda el letargo de mis sentidos y una muerte falsa que no termina de consumirse…







Ignatius fastidiado

No hay comentarios: