domingo, 3 de octubre de 2010

Metamorfosis

En discusiones del diván y sus vicisitudes, alguien me corrigió cuando descuidadamente apunte sobre los cambios en la personalidad que se buscaban a través del análisis, la persona en cuestión me hizo la observación de que la personalidad es algo inamovible, no se puede cambiar, lo que el análisis buscaba en todo caso, es que el individuo tenga una posición diferente ante la vida y sus circunstancias; he de confesar que la corrección más que resultarme chocante, la tome con gracia, pues el significado de aquel significante resonó de alguna forma en este traidor inconsciente mío al punto de llevarme a una elaboración cuyos significantes venían mordisqueando desde ha tiempo mi conciencia…. ¡Tengo una nueva posición!: el trabajo, la casa, los amigos, yo mismo, el pasado, él, mi condición, todo cuanto a mi se refiere, tiene una nueva perspectiva, esa posición en donde los objetos cada vez están más restaurados, una posición en la que cada cosa ocupa ahora su lugar. Pero no me di cuenta hasta hoy, en que después de tantos años, me decidí a sacar todas las telarañas y el polvo –aunque lo siga mordiendo- de esta habitación que dejo de ser cueva, que es más habitable y es la ascensión a la conciencia de ese oscuro, nocturno mar de mi inconsciencia, pero todo acto logrado, esconde un acto fallido, que en este caso, resulto ser la absurda re-negación de desprenderme de algunas cosas viejas, basura envestida del significado del recuerdo, pues no todo significante corresponde con el significado.

Lo cierto es que la incertidumbre de la espera puede desesperarme, aunque la hora se acerca, aun tengo dudas, pero dudar no cambia nada, es sólo el temor de lo que pueda venir, es el absurdo del masoquismo del que he de prescindir porque su funcionalidad ha caducado para mi. Cambios, cambios y más cambios… sea cómo sea, he de seguir adelante, no quisiera decir que sin volver la vista al pasado, pues éste explica mi presente y justificará mi futuro; por ello no puedo desprenderme de aquello que aunque podría resumirse en un nombre, últimamente he empezado a recordar a través de la evidencia que hubo incluso un antes de ese nombre, y que a pesar que he desdeñado aquellos ayeres, se hacen presentes, para entender un poco más, porque ahora estoy casi a rapa, despojado incluso de mi barba, no de mi endeble masculinidad, pero si de esos crespos tallos negros que adornan mi cara y me hacen ver, sentir, un poco más como me imagino en el ideal, un ideal de belleza, encanto y personalidad, que se satisface con el amargo del café y el humo del tabaco ahora mentolado, porque ya he vuelto a fumar solo mentol.

La personalidad no podrá cambiar, lo acepto con todas las implicaciones que esta afirmación encierra, pero lo cierto es que mi posición si bien no se ha consumado, no es la misma, los significados empiezan a modificarse, aunque para ello haya tenido que desprenderme, de cosas amadas y también de las inútiles, porque en cada rastro dejamos un poco de nosotros mismos, de lo aceptable y lo pusilánime de nuestra esencia-existencia y del proceso, como estas líneas que se escapan caprichosas, sin siquiera darme cuenta, de la cuenta que dan de mi mismo y lo que soy hasta….hoy.

Morfosis Ignatis