miércoles, 18 de noviembre de 2009

In memoriam

Debí de escribir antes, lo declaro así, con la lógica del deber, porque más que tratarse de una imposición, resulta ser un imperiosa necesidad de desahogo, una necesidad por decir todo esto, aunque seas ya incapaz de escucharlo en este mundo, porque de ese lugar al que fuiste, no puedo decir nada. Dramas, de eso se construyo nuestra historia, de interminables dramas que nunca tuvieron una resolución más que este el definitivo punto final, que viniste a poner sin avisarme, sin darme si quiera una explicación, dejándome solo con la angustia, con la sorpresa y la incógnita de una muerte que sin anunciarse vino a demostrarme que las cosas podían ser aun peores, y nos es que la muerte en sí misma sea lo que me preocupa, ni siquiera la mía propia, es que antes de irte, creo, que debiste decirme algo, llamar, hacer reproches o quizá dar una inocente muestra de gratitud por los despojos de los que siempre fuimos víctimas en nuestra distorsionada relación.

Pero si ¡seré absurdo!, las palabras no son lo único que tenemos para comunicarnos, hay actos que ocurren a destiempo, consecuencias que se dejan ver después de inadvertidos los hechos, como siempre tu despedida lo pude notar mucho después de anunciada tu partida, atándome para siempre a tu recuerdo, dejando claro que aunque nunca podríamos estar juntos de nuevo, tampoco estaríamos separados por completo. Puede que esa sea la naturaleza del verdadero amor, una vinculo que se establece para siempre, aunque cuerpo y alma estén ausentes, pues siempre quedarán las huellas en el cuerpo, en la memoria, las consecuencias viles y el egoísmo de un instante cristalizado en lontananza de la felicidad. ¿Yo te ame? ¿Aun te amo? o ¿Te odio? ¿Qué es lo que realmente siento por ti?, nunca lo se, no lo supe, quizá nunca lo sabré del todo.

Te ame con pasión, con los dos tipos de pasión que conozco, la del dolor y la de la carne; te sigo amando, por la bella ilusión que el recuerdo de tu existencia hoy diluida me sigue provocando, por esa fe que aun sigo teniéndote; sí, también te odio, por ser pueril, haberte marchado así sin más dejando un drama que no se si podre soportar, te odio porque aunque me pensaste, no tuviste el valor para al final despedirte con todas sus palabras, pronunciar ese definitivo adiós al que tenia derecho, aunque sabes, que sin importar nada también te perdono y me perdono, nos perdonamos mutuamente, porque a pesar de todos los infortunios, desplantes y rabietas absurdas siempre nos perdonamos, siempre nos amamos, porque estoy seguro, quiero al menos creer en ello, también me amaste, con ese mismo amor enrevesado.

Pero el recuerdo no llenara tu ausencia, el escribirte más líneas es inútil, porque ya nada se puede hacer. Noviembre, tiene que ser Noviembre otra vez, el tiempo es despiadado, llevo meses intentado escribir esto y no había reunido el valor, la inspiración o el coraje, pero tenia que ser ahora, hoy justamente que estuviste acompañándome por esos recorridos que hicimos juntos, en esos andenes subterráneos, en las estaciones infames o en los vagones olvidados. Recordé el viaje juntos, recargado en tu regazo mirando la carretera por la ventana, recordé el café americano, el pastel de zarzamora y queso que compartimos en aquella cafetería en el centro de esa cuidad mágica, recordé la fotografía en la fuente, tu sonrisa desenfadada y el plan hermoso de una casa con muchas ventanas porque yo era luz y tu oscuridad, así lo dijiste inadvertidamente, sin saber que el futuro volvería realidad las palabras.

Pero el futuro era lejano entonces, pero siempre termina por alcanzarnos, creo que podría escribir de ti toda la vida, porque fuiste y serás siempre parte indisoluble de mi existencia, por lo que fue y lo que aun sigue siendo, nunca nos cansamos del nosotros, pues aunque diluido siempre estuvo presente en ambos, descansa en paz, té que te me haz adelantado, yo seguiré el camino hasta donde me sea permitido llegar, que un día próximo o lejano, si algo existe en la insondable oscuridad, se que tendremos la oportunidad de arreglar todo lo pendiente entre los dos, pero mientras ese día llega ten fe si acaso te es permitido, que este Amor condusse noi ad una morte, seguirá estando vivo, y no hay prueba más grande de ello, que la pasión del sacrificio de la vida misma… te amo.





Ignatius uno más que muerde el polvo