No me refiero sólo al amor adolescente de hace algunos años, ni al embelezo de aquellos tiempos, en que entre caricias, sabanas, lagrimas y reclamos entregue mi vida por que así lo quise. Me refiero también a la despreocupación de una vida cómoda y sin mayores preocupaciones que las lecturas o el desvelo frente a esta misma pantalla desde la que ahora escribo; me refiero también al abrazo fraternal, a la palabra que hiere a la sinceridad misma por su gran verdad, la única capaz de ser pronunciada por lo compañeros de viaje, por los amigos.
Cielo, mi querido cielo, hoy existe en ti, un azul tan profundo y oscuro, tan limpio que me hace dudar de qué será lo que pase al despuntar el alba del mañana, ese mañana que parecía ayer tan lejano y que hoy lo tengo frente a mis narices. Ah mi querido cielo, cuántas nubes, soles y estrellas viste antes de hoy, la gran conmoción, antes del nuevo amanecer.
Cielo mío, insondable, te has hecho mil pedazos de los que sólo conservare los fragmentos que pude recoger mientras caminaba inconciente, en el sueño, de esta senda que toma nuevos rumbos, cielo, cielo martirio, cielo sombra, cielo eternidad y cielo esperanza, dime cielo dividido ¿cuanto tiempo pasara antes de que otras nubes lleguen a ti? antes que el ocaso te tiña de oro carmesí y mi corazón se inflame de nueva cuenta por vos ¿qué nubes serán esas? ¿Qué vientos traerán su furia? ¿Dónde he de quedar yo?... solo frente a ti, cielo, mi cielo dividido, mi cielo marchito, mi cielo, sólo mi cielo.
He aquí tu cielo Ignatius, un cielo que nunca más será igual,
He aquí que esta partido, he aquí que ya no lo veras más.
Ignatius desconsolado.