sábado, 20 de diciembre de 2008

Mi cielo dividido

Las nubes han perdido sus figuras, no hay pues, corazones rotos, sueños imperecederos ni mucho menos, rostros que buscar; el trueno ha llegado y con su fuerza mi cielo ha dividido. Pero no he de extrañarme por eso, pues acaso no también con ese rayo, otros cielos se han desfragmentado. Vivir en el pasado me desgasta, pero más desgastado estoy para aferrarme a aquello que aunque fue, ya no lo será más.

No me refiero sólo al amor adolescente de hace algunos años, ni al embelezo de aquellos tiempos, en que entre caricias, sabanas, lagrimas y reclamos entregue mi vida por que así lo quise. Me refiero también a la despreocupación de una vida cómoda y sin mayores preocupaciones que las lecturas o el desvelo frente a esta misma pantalla desde la que ahora escribo; me refiero también al abrazo fraternal, a la palabra que hiere a la sinceridad misma por su gran verdad, la única capaz de ser pronunciada por lo compañeros de viaje, por los amigos.

Cielo, mi querido cielo, hoy existe en ti, un azul tan profundo y oscuro, tan limpio que me hace dudar de qué será lo que pase al despuntar el alba del mañana, ese mañana que parecía ayer tan lejano y que hoy lo tengo frente a mis narices. Ah mi querido cielo, cuántas nubes, soles y estrellas viste antes de hoy, la gran conmoción, antes del nuevo amanecer.

Cielo mío, insondable, te has hecho mil pedazos de los que sólo conservare los fragmentos que pude recoger mientras caminaba inconciente, en el sueño, de esta senda que toma nuevos rumbos, cielo, cielo martirio, cielo sombra, cielo eternidad y cielo esperanza, dime cielo dividido ¿cuanto tiempo pasara antes de que otras nubes lleguen a ti? antes que el ocaso te tiña de oro carmesí y mi corazón se inflame de nueva cuenta por vos ¿qué nubes serán esas? ¿Qué vientos traerán su furia? ¿Dónde he de quedar yo?... solo frente a ti, cielo, mi cielo dividido, mi cielo marchito, mi cielo, sólo mi cielo.






He aquí tu cielo Ignatius, un cielo que nunca más será igual,

He aquí que esta partido, he aquí que ya no lo veras más.


Ignatius desconsolado.





martes, 2 de diciembre de 2008

El fin del inicio

Y al fin... murió, como todos, cuando se cristalizó el desamparo de la desnudez y la incógnita del mañana.

¿Será entonces que el camino se complica aun más?, ¿será pues que a partir de este momento, el miedo a ser, se convierte en el miedo a la vida misma? Todas las cosas, por fuerza propia, están condenadas al desgaste del tiempo, tiempo en el que alcanzan la voluptuosidad, para luego desaparecer, dejando solamente estelas de lo que un día fueron.

¿Serán ciertas estas palabras, o existe la posibilidad de que algo de los sueños una vez que se ha conseguido alcanzarlos sobreviva? Algo más allá de la satisfacción hedónica y el recuerdo en lotananza cuando se mira hacia atrás, como a los fantasmas que vamos dejando en el transcurrir de los años.

Hoy, uno de mis más grandes sueños esta a punto de morir. Pero ahora, no tengo presente cuál podría ser su sustituto, más allá del embelezado amor, la compañía de los amigos sinceros, o la necesidad de la autorrealización.

¿Qué escondes oscuro inconsciente mío, que al despuntar el alba del día deseado, seguramente dejarás al descubierto, con el afán de la sorpresa y el cinismo del descontento?

Hoy me siento triste y excitado, en saudade de este el fin de un inicio.







... y al final, mis brazos serán cuerdas al bailar este, el último vals

Ignatius desdibujado